En el
mercado los ojos de quienes lo integran se interesan por conocer el valor de
las empresas que lo conforman, por tanto usted también debe estar al tanto de
todo esto, especialmente de cuánto vale la suya.
El objeto
de saberlo puede ser simplemente conocer si la empresa o emprendimiento está
aumentando de valor, lo cual es posible a través del análisis de los estados
financieros.
Uno de los
tres tipos de estados financieros es el balance de situación, el cual muestra
cuál es el valor en libros de todos los activos que conforman el negocio, así
como el monto de sus deudas y el patrimonio neto.
Ahora
veamos, los estados financieros comprenden tres componentes principales, a
saber, el activo, el pasivo y el patrimonio.
Este
último está dado por el aporte que a la empresa o emprendimiento hacen sus
socios, y que están representados en capital social suscrito y pagado, aportes
extraordinarios, utilidades acumuladas de periodos anteriores no retiradas y
las ganancias del periodo presente.
Por tanto,
es lógico decir que mientras mayores sean los aportes y ganancias, el
patrimonio será también mayor. De cualquier modo hay que aclarar que esto será
solamente una referencia al momento de estimar el valor de la empresa. Resulta
que ese “valor en libros”, nunca reflejará el valor financiero de la
empresa y menos el de mercado.
De hecho,
los bancos son cuidadosos en no caer en sobreestimaciones con el objetivo de
protegerse al momento de recibir las propiedades como garantía cuando conceden
préstamos.
Del mismo
modo el balance de situación tampoco refleja los valores intangibles del
mercadeo de la empresa, tales como el valor de su marca o la participación en
el mercado.
Estas
razones son las que llevan a todo empresario a valorar su empresa cuando se
decide a comprar o vender sus acciones o parte de ellas.
Vea que
los bancos reciben muy pocas veces las acciones como garantía, sino que
prefieren los activos tangibles, primeramente, y las maquinarias y equipos,
como alternativa.
Al momento
de valorar una empresa el método más aceptado y usado es proyectar los flujos
de caja de un periodo no menor a los cinco años.
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