Por Mauro Libi. A diario leemos y
escuchamos acerca de la necesidad de innovar en nuestras empresas y
emprendimientos, lo cual no es otra cosa que reinventarse, cambiar,
modernizarse y modernizar los productos y servicios que ofertamos. Innovar es
transformar los procesos mediante los cuales producimos o la manera de ejecutar
las tareas dentro y fuera de nuestros negocios.
Todas las
áreas de organización son susceptibles a la innovación siempre y cuando
la implementación del cambio se haga concienzudamente y de manera
metódica.
Y es que
innovar es una de las mejores y más acertadas estrategias para mejorar la
productividad, la eficiencia, la calidad y la competitividad.
La
innovación le permite diferenciarse y, por qué no, superar a su competencia.
Innovar es
adelantarse al futuro, ser previsivo, vislumbrar lo que ha de operar en el
mercado y cuáles serán las necesidades en los próximos tiempos.
Lo
fundamental es el deseo, las ganas de cambiar y de transformarse. Lo demás,
entonces, viene por añadidura.
Tomar la
iniciativa, es el próximo paso.
Pero las
ganas de sumarse a lo nuevo deben ir acompañadas de disciplina. Tesón y mucho
esfuerzo y trabajo.
Hay que
ser constante y persistente.
A la idea
a implementar hay que sumarle planificación, evaluación, estrategia, desarrollo
y ejecución.
Tenga
presente que la innovación debemos medirla no solamente de acuerdo a los
resultados o beneficios económicos, sino también por lo óptimo de los procesos
internos y externos que son consecuencia de ella y que permitirán la
sostenibilidad y permanencia empresarial.
Sin
innovación no hay crecimiento. Recuérdelo siempre.
Evalué su
empresa o emprendimiento y evalúese usted.
Es
imprescindible saber por qué habiendo tanta información disponible y organismos
dispuestos a orientarle, usted se ve impedido de innovar.
Dé el
primer paso y dispóngase a cambiar.